La imagen que encabeza este artículo es bien conocida por todos y resume perfectamente lo que eran los videojuegos en su primer año: un divertimento solitario con el que pasar las horas muertas encerrados en nuestras habitaciones. Los jugadores más afortunados podían disfrutarlo en compañía de sus hermanos o, de vez en cuando, invitar a sus amigos a una tarde llena de frenesí y aventuras, pero lo cierto es que la mayor parte del tiempo era una actividad introspectiva. Aquél ocio digital no era bien visto por los adultos y los chavales nos juntábamos en los recreos como si fuéramos parte de un club selecto a contar nuestras vivencias. El tiempo, y el dinero, por supuesto, fue dejando claro que ésto no era flor de un día y la forma de socializar en el campo de los videojuegos fue ampliándose, convirtiendo al hobby en un nexo de unión entre diferentes personas, sin importar el estátus social, la raza o, ya inmersos en el juego online, el lugar de residencia. Accesorios como el multitap fueron pioneros a la hora de juntar gente alrededor de un televisor pero no fue hasta la llegada de los llamados party games (Guitar Hero, Buzz, SingStar) o la videoconsola Wii cuando el videojuego se convirtió en el alma de la fiesta, un elemento indispensable para las quedadas con los amigos. Unfair Jousting Fair es otro integrante de dicha escuela, un pequeño título enfocado en la competición entre dos jugadores y cuyo leit motiv es celebrar el campeonato de justas más absurdo posible. Su estudio desarrollador, Rodaja, es un amante de las Game Jam, fueron muy importantes a la hora de crear una sede en Málaga para la Global Game Jam, y por no es casualidad que el nacimiento de este juego parezca beber de las clásicas competiciones de 72 horas. Más que un título largo y complejo se trata de un agradable experimento jugable, con una idea como eje central tan sólida que no hace falta extender su desarrollo. Pequeño y sencillo, sí, pero con la potencia de una bomba de mil megatones. Llevar a los videojuegos una competición tan directa como lo son las justas es un movimiento inteligente, pero convertirlo en un actividad absurda y plagada de utensilios poco ortodoxos es la vuelta de tuerca que necesitaban para darle forma a un excelente entretenimiento. Nada de caballos, pongamos a nuestros excéntricos caballeros a lomos de un monociclo y obligémosles a mantener el equilibrio en todo momento, démosles un completo arsenal compuesto por lámparas de pié, escobas, señales de tráfico o paraguas, entre otros utensilios, y añadamos algo de picante incluyendo trampas como gallinas o charcos de barro en medio del camino. ¿Quién podría mantener sus dignidad ante tal compendio de sinsentidos? Los hipsters, eso es, los hispsters se amoldan a la perfección a cualquier rareza que inventemos. Un puñado de personajes a seleccionar y ya tenemos el making of de cómo se creó Unfair Jousting Fair. [wc_row][wc_column size="one-third" position="first"] [/wc_column][wc_column size="one-third"] [/wc_column][wc_column size="one-third" position="last"] [/wc_column][/wc_row] Desde el minuto uno la diversión está garantizada. Sin tutoriales, sin complejas instrucciones, casi recomendaría que no les dijérais nada a vuestros amigos para que disfrute de esos irrepetibles momentos de adaptación al control en los que las equivocaciones y las risas están unidos por un hilo invisible. En este sentido la obra de rodaja me recuerda vagamente a otros juegos que se convirtieron en fenómenos virales por su manejo como QWOP o GIRP. Tranquilos, que la experiencia no va a ser tan traumática. Una vez que domemos el monociclo, o al menos seamos capaces de mantenernos erguidos durante diez segundos, entraremos de lleno en la segunda capa del título, la competición propiamente dicha. Ahora toca coordinar los movimientos con el manejo de nuestra "lanza" y tratar de tumbar al rival de turno a través de varias rondas en las que el terreno variará aleatoriamente, complicándonos o facilitándonos la situación. En menos de cinco minutos tendremos un ganador y tocará volver a repetir torneo. Todo va como un rayo y eso es, al mismo tiempo, una cualidad y un hándicap. Por un lado su velocidad y simplicidad es ideal para pasar un buen rato con amigos y cerveza, creo que este es el único juego al que recomiendo jugar bebido, pero por otro rápidamente quemaremos su vida útil, convirtiéndose en otro nombre más de nuestra librería digital que solo rescataremos de vez en cuando para rememorar viejos tiempos. Unfair Jousting Fair es como un buen chiste, la primera vez que lo escuchas no puedes parar de reír pero a medida que se repite va perdiendo su gracia. Rodaja podría haber incluído más variables en el juego para aumentar su vida útil, inventarse más minijuegos o expandir su esqueleto con nuevos modos de torneo, quién sabe, a lo mejor todavía nos llevamos una sorpresa, sin embargo añadir más piezas al engranaje no siempre es una buena decisión y quizá se corría el riesgo de perder el rumbo y diluir la idea principal entre decenas de elementos que estorban. De todas formas Unfair Jousting Fair es uno de esos juegos que no pueden faltar en las ocasiones especiales, aquellas en las que el alcohol y el cachondeo está a la orden del día. ¿Jugar y beber a la vez? Podría ser peor, podríamos beber y protagonizar uno de esos recopilatorios de fails que tanto nos duelen. [su_youtube url="https://youtu.be/qv7jNN_6f78" width="560" height="320"]