[su_column size="3/4" center="yes"] El género del terror es uno de mis temas favoritos de conversación. ¿Por qué ciertas cosas nos asustan y otras no?, ¿qué significa este puzle?, ¿qué hay más allá de la densa niebla?... son preguntas que vienen unidas a la saga de horror. Y P.T. parece el redoble de tambores para su esperado regreso, hablemos un poco del Silent Hill sin niebla, sin monstruos y sin personajes. No que podamos ver al menos. En una habitación oscura, rodeados por cucarachas y por la más inmensa oscuridad, nos levantamos. Una de las paredes tiene una puerta negra, al atravesarla empezaremos un conjuro del que somos el principal ingrediente sin saberlo, el reloj va a dar la medianoche y tenemos que salir de ahí. Un pasillo normal, una entrada de una casa donde hace tiempo que no vive nadie, o bien alguien que hace tiempo al que le da igual vivir, y unas simples escaleras se convertirán en un paseo por todo aquello que también es la saga que encumbró a Konami. Pese a que no quiero revelaros nada, en el breve juego se nos da unas directrices de cual podría ser el rumbo de Silent Hill con Kojima y Del Toro a la cabeza y un servidor no podría estar más emocionado con ello. No soy nada fan de los jumpscares ni de el susto palomitero y fácil, me costó en su día entender que el nuevo survival horror pasaba por esta esencia que tan bien funciona en juegos como Slender o Five Nights at Freddie’s, pero que se me hacía extraño que una saga que es completamente opuesta a esta vertiente tomara esta dirección. He tenido que esperar a tener una PS4 para poder experimentar P.T. y entender que eso también es Silent Hill. No es solo niebla, no es solo el Otro Mundo, no es solo Pyramid Head, es mucho más, es el ser humano, su vida, sus miedos manifestados en un misterio que rodea al personaje principal cuya redención personal, su aceptación, es la llave para huir. Esto, realmente, no queda patente en la brevedad del título, pero demuestra mano diestra en cuanto a la dirección de los eventos, reconozco haber estado nervioso jugando y con necesidad de compañía para atravesar los últimos puzles antes de que esa voz infernal me dejara salir de la casa infinita. Después de esa magia negra, de ese acercamiento brutal a una historia macabra, solo nos queda como recompensa salir a la calle y oír esos primeros compases del tema principal clásico de Silent Hill. Ahora, en retrospectiva, es momento de pensar: ¿qué hace realmente especial a esta saga y cómo es que ha ido perdiendo el norte en sus últimas entregas? Si revisamos bien la historia, Silent Hill ha vivido muchos momentos de gloria, en especial en esa fantástica segunda parte donde se ahondaba en la historia de los personajes y de manera colateral en la propia mitología del pueblo, es considerado el mejor de la saga por algo. Muchos culpan al abandono del Team Silent -desarrolladores originales- de la IP y no es mentira, su última entrega, Downpour, es un buen videojuego pero comete el error de intentar ser algo que realmente no es y ese error le persigue hasta el final, cuando recuerdas a qué se supone que estás jugando. Con la vista puesta más en sus aciertos que en sus errores, en P.T. han sabido canalizar, con ese baile siniestro de cosas que iban ocurriendo en un pasillo sinfín, muchas bondades del misterioso pueblo que, por alguna razón, suelen pasar desapercibidas en los análisis. La niebla se asienta, se espesa y el camino, como siempre, parece más incierto a cada paso, pero es muy agradable estar de vuelta. [/su_column]