[wc_row][wc_column size="one-third" position="first"]


Novatos, pero no inexpertos

A pesar de ser ésta su primera obra, Robot Gentleman está formado por tres veteranos profesionales tanto del mundo del videojuego como del cine. Dominik Gotojuch, fundador del estudio, ha trabajado en el desarrollo de triples A de la talla de Fable y The Witcher, mientras que Juliusz Zenkner ha dejado su impronta en films como Melancolía, de Lars von Trier, o el cortometraje Ambition, de la Agencia Espacial Europea. El trío lo completa Berenika Gotojuch, hermana de Dominik, cuya experiencia como diseñadora y escritora está disponible ahí donde haga falta.


[/wc_column][wc_column size="two-third" position="last"] [dropcap size=big]A[/dropcap] lo largo de nuestra vida estaremos obligados a tomar millones de decisiones: qué ropa ponernos, qué estudiar, qué coche comprar... hasta el sabor de un simple helado nos provocará un intenso dolor de cabeza. Todas estas pequeñas cosas son las que al final nos definen como individuos pero las elecciones que nos gustan de verdad si aquellas que tienen que ver con nuestra superviviencia. En algún momento nuestro cuñado interior siempre sale a la superficie y acabamos debatiendo con nuestros amigos sobre cuál sería el mejor lugar para sobrevivir a a un holocausto zombie, qué estrategia es la más adecuada o cómo conseguir comida sin correr demasiados riesgos. Lo más probable es que todos estemos muertos desde el primer minuto pero gracias a los videojuegos podemos ponernos a prueba en un ambiente hostil y dar forma a nuestro avatar heroico, ya sea en el extenso yermo de Fallout 4 o entre los restos de la civilización de The Walking Dead. Sí amigos, las decisiones están de moda en el negocio del ocio electrónico y no pocos títulos presumen de profundidad narrativa gracias a dichas encrucijadas, sin embargo creo que nunca nos habían obligado a tomarlas en un espacio tan reducido como en el de 60 Seconds!.

La ópera prima del estudio polaco Robot Gentleman utiliza un icono bien reconocible por todos a la hora de adentrarnos en su particular mundo postapocalíptico: la clásica figura de una familia norteamericana de los años 50, obsesionada por la llegada de la Tercera Guerra Mundial en forma de pesadilla nuclear. Como jugadores deberemos de ponerlos a salvo dentro de su bunker y administrar sabiamente los recursos que tengamos a nuestra disposición hasta que llegue la ayuda. No obstante, el elemento más diferenciador de esta obra, y el que le da nombre al juego, es su punto de partida. Antes de que llegue la primera bomba dispondremos de sesenta segundos con los que recorrer toda la casa en busca de comida, bebida, armas y demás utensilios que nos puedan ser de utilidad, así como a los miembros de la familia, para que nuestra estancia dentro del refugio antiatómico sea lo más placentera posible. Una vez pasado ese tiempo comenzará la verdadera aventura, pero siempre condicionada por lo que hayamos podido recoger anteriormente: no es lo mismo tener tres latas de comida y cuatro bocas que alimentar a ser el único superviviente pero con el doble de provisiones. Lo divertido del asunto es que cualquier decisión que tomemos tendrá su parte buena y su parte mala, por lo que nunca habremos elegido la opción correcta. Si de algo caracteriza 60 Seconds! es de ser un juego plagado de grises, no busquéis aquí la dualidad correcto/incorrecto, aunque su ligero humor negro lo hará todo más llevadero.

[/wc_column]

Difícilmente la premisa podría ser más potente. Lo que hagas en tu primer minuto definirá el resto de la partida, aunque no la arruinará por completo. Fiel a la tendencia marcada por los últimos juegos procedurales, la aleatoriedad de los eventos en esta obra está perfectamente calculada. Por muchos ítems que tengamos, por muy bien que nos salgan las cosas, siempre estaremos a un paso de cagarla. Es imposible hacer la partida perfecta y la sensación de ir al filo del abismo será constante, algo similar a la tensión sufrida en cada partida de FTL pero sin parecerse en nada ambos juegos. Otro punto a favor de la creación de Robot Gentleman es el ritmo de sus partidas que, a pesar de basarse en un sistema por turnos que lo convierten casi en un juego de mesa, es lo suficientemente rápido y dinámico como para encadenar sucesivos intentos, obteniendo con ello nuevas experiencias y situaciones. 60 Seconds! invita a jugar una y otra vez sin importar el resultado anterior, desbloqueando posibilidades nunca vistas hasta entonces y manteniéndose fresco a pesar de las horas invertidas. La parte mala del conjunto radica en la propia estructura de las decisiones, muchas veces relegada a una mera pregunta: ¿tienes o no el objeto que te pido? Esa excesiva simplicidad le resta profundidad y narrativa a la aventura, convirtiendose en muchos momentos en un mecanisco tan reducido como las reglas de un "piedra, papel, tijera".

Personalmente me encanta el reto que me propone 60 Seconds! Añade un nuevo punto de vista a un subgénero, el postapocalíptico, ya conocido por todos y nos da plenos poderes para manejar nuestro destino, aunque quizá no tanto como desearía. La fase de recolección es sencillamente brillante, pero la gestión dentro del bunker podría haberse hecho mucho mejor. Una vez dentro apenas tendremos decisiones que tomar, salvo preparar las expediciones al exterior, racionar los alimentos y poco más. Sin duda una decisión  creativa más conservadora que el resto del juego y que les impide sacar matrícula de honor en su primer contacto con la industria pero eso no debería ensombrecer el gran trabajo que han hecho los chicos de Robot Gentleman a la hora de ofrecer un producto tan diferente como entretenido. Sin duda una excelente carta de presentación y un toque de atención para que los jugadores sigamos con entusiasmo sus próximos pasos.

[/wc_row]

Sobre El Autor

Cocreador y exredactor de la revista Fase Extra Magazine. Antiguo administrador del blog Fase Extra. Fotógrafo, editor de vídeo, cortometrajista y buscador pasivo de oro. Disfrutando de los videojuegos desde la época de Amstrad CPC hasta la de Xbox One, y vuelta atrás. Defensor de Alone in the Dark (2008) y otras causas perdidas. Una vez tuve tiempo libre.